martes, 10 de junio de 2008

Sin dios Ni ley.

Nunca en mi vida he tenido el concepto de dios presente como algo real. Cuando niño su imagen era equivalente a la del viejo del saco o del conejo de pascua. Algo o alguien que te miraba, veía y te juzgaba por tus acciones y por como te sentías. Pero no tenía más peso que esas imágenes con las que a uno lo asustan para comerse toda la comida o para portarse bien en el jardín infantil y al igual que esas imágenes, el concepto de dios desapareció apenas tuve conciencia de que no hay nadie vigilándome constantemente y que los regalos de navidad venían de mis padres y no de un viejo del polo norte.

Así mismo que con la figura de dios la figura de la ley para mí siempre fue algo ajeno. Su brazo visible, las fuerzas de orden (policía, carabineros y otros) siempre han sido sinónimos de alguien vigilándote pero no protegiéndote. Es más un brazo que golpea que uno que ayuda. Aunque en contadas ocasiones me han dado poco claras instrucciones de cómo llegar a alguna calle. Pero las veces en que realmente los necesité nunca han estado ahí. En cambio las veces en que salí a protestar por mis derechos sí estaban ahí hueviando, las veces en que he hecho una fiesta en mi casa sí han llegado a hinchar y siempre haciéndolo en el nombre de la autoridad. No comprendo bajo que autoridad alguien determina la superioridad moral para decirme lo que yo debo hacer o dejar de hacer con mi vida.

Me he criado y me he comportado toda mi vida conciente de una manera en que se debía de respetar a los otros. De ahí vine a entender esto como respeto ético entre nosotros los seres humanos y también nuestro entorno artificial y natural. Pero ese respeto ético, nacía y de mí, no de un libro sagrado o de un código penal, pero a mí alrededor me dicen que eso está mal, me bombardean con imágenes de que necesito a la ley y una moral dictada por un ente ajeno a mí para comportarme bien.

Hasta ahora todo lo que he visto es que el libro sagrado se utiliza como medio de control y que el código penal más que orden nos infunda temor. Temor al vecino, temor al desconocido. Supuestamente está ahí para decirnos que es bueno y que es malo. De acuerdo, matar y robar es malo. Pero salvándose de esas cosas obvias del comportamiento en sociedad, la ley en general no es moral, no tiene un comportamiento ético, no tiene nada. Solo está ahí para decirnos quien tiene la autoridad y quien no la tiene. Y si alguien lo llega a poner en duda. Pues la justificación de toda las cosas está arriba, bien arriba atravesando las nubes o clavado en un crucifijo sobre la pared. Ahora veo como alrededor mío suceden miles de cosas injustas, cosas que no deberían pasar si es que nos comportásemos todos de una manera ética, yo no tengo la autoridad para señalar a nadie con el dedo y decir que esa persona es culpable. Pero si sé que esa personase lo que hace porque está permitido por ley. Todo me parece más asqueroso cuando veo a esa persona que me hace mal a mí y a mi familia hablando de moralidad y discutiendo lo que se debe hacer en nombre de dios.

Estoy muy dolido con el sistema legal, me da rabia ver todos esos fundamentos y esa verborrea de razones por la que lo necesitamos y no ver a nadie que se comporte de manera ética. Me duele ver como se nos enseña que sin esa ley todo iría mal y se transformaría en un caos. Como se nos manipula para pensar que sin ley y sin la moral de dios nos transformaríamos inmediatamente en asesinos y violadores. Yo nunca he necesitado un pulpito para que me digan que está mal cagarse a mi vecino y no veo la razón por la que mi vecino si lo necesita. Me parece que mientras más necesitamos de la ley, más se buscan medios para cagarse al otro y sentirse bien con la conciencia ajena. Todo eso me dan ganas de vomitar y como yo no quiero pertenecer a está sociedad inmoral basada en principios de cartón me declaro sin dios no ley.