Este es uno de los dos textos que mande a un concurso, ya lo había publicado en otro blog, pero ahora está reescrito y corregido. Quizás algún día me quite ese sabor adolescente de la boca y haga algo normal, aunque probablemente termine sobreviviendo de vendedor en algún local de poca monta.
¡Partieron! Aún no son las 6 de la tarde y la noche ya comienza a olerse en el aire, es una carrera contra el destino y el aburrimiento, la gente comienza a salir de las oficinas, universidades y colegios, las últimas responsabilidades ya están por terminar, y solo se piensa en el san y maldito viernes.
6:20 PM los últimos tramites por terminar, un chao por responsabilidad, nos vemos el lunes ¿y si no nos vemos más? ¡Filo! nunca me caíste bien tampoco. Es la última oportunidad para preguntarse por el sentido de la vida. Es momento de la ducha, de la ropa limpia y del peinado a estrenar.
Estamos en la primera curva y ya está comenzando la hora del show y de los saludos, primero se parte por buscar local y comienzan los timbrazos desesperados al celular. ¿Brasil? No, mucha gente. ¿Plaza Ñuñoa? No, muy caro. ¿Suecia? No, muy flaite, quizás por Santa Isabel salga algo. Busquemos una picada por ahí no más mejor. Pareciera que toda la ciudad está en lo mismo y nunca se termina por encontrar el lugar adecuado, siempre hay un pero, con la música, con el ambiente o con el espacio, la búsqueda de local ya parece cruzada por el santo grial, de barrio en barrio y de bar en bar.
Por fin nos instalamos en un sucucho, comienzan a llegar los que uno no esperaba que llegaran, los amigos, los enemigos, los conocidos y los demás, si total la noche da para mucho más que eso. Uno comienza a entrar en confianza y se relaja en cierta medida, se saca la chaqueta y con ella salta la plata para la primera corrida; la fiel, universal y buena cerveza comienza a llegar a la mesa. Las charlas comienzan; al principio son sobre la nada misma, pero después uno se relaja de verdad, y habla de la vida y de la no vida, de los planes y las desilusiones, de los futuros planes y de las futuras desilusiones, ya á estas alturas del partido la noche alcanza las 12 pasadas.
La noche va por los palos y los primeros comienzan a irse, las discusiones se extienden desde cine y música, pasando por amores, hasta llegar a corrientes de filosofía. Los responsables se van para trabajar al otro día, para hacer las compras de la casa o simplemente porque deben irse. Realmente no importa lo que hagan, nada importa mucho realmente. Las despedidas correspondientes y el grupo se achica. Ahora hablemos de fútbol, política y religión todo al mismo tiempo, total somos los que somos y estamos los que estamos.
Después de muchas otras cervezas y conversaciones, comienzan a aparecer los amores de la noche, aquellos que no pasaran de ésta noche o de éste punto, ya poco nos queda por hacer para capear ésta soledad del ser humano, las cervezas siguen corriendo, de pronto Iron Maiden, interrumpe la escena, el bar comienza a cantar y a gritar “Run to the Hills, run for your life”, de ahí viene Topo Gigo recordándonos que a la camita debemos ir. El bar se cierra y calabaza, calabaza, cada uno para su casa.
Ya en la recta final un último abrazo, un último apretón de manos o último beso, ya son las 5 de la mañana, uno camina hacia
Eso sería, aunque sé que no tengo muchos lectores, de hecho creo que nadie me lee, si alguien se llegase a cruzar por aquí me gustaría saber su opinión y si vale la pena que siga tratando de dármelas de literato.