jueves, 17 de julio de 2008

You do Not talk about the fight club

Ya van dos semanas que estoy para la patada y el combo. Disfruto de mi propio club de la pelea y aunque la idea detrás dista mucho de ser la de Tyler Durden, soy feliz con mis moretones y los dolores en los nudillos.

Todo comenzó hace ya varios meses cuando un grupo de amigos se inscribieron en clases de kung-fu en Peñalolen. Después de harto rato me metí yo. Claramente quede hecho añicos al principio, no podía subir una escalera sin que me doliera todo el cuerpo, ahora disfruto apretando las manchas moradas que tengo en los brazos de tantas patadas que ataje.

No es precisamente el templo wu tang de el tigre y el dragón pero es un gimnasio chico, piola y en un barrio peludo. Cosa de practicar artes marciales en todo momento. No sé que más decir, me gustan los moretones, me quedan bien, combinan con mi cara de gorila.

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